Este 2021 comenzó magníficamente, empezó teniendo un libro abierto, con ganas de devorar fervientemente.
Este 2021 comenzó magníficamente, empezó teniendo un libro abierto, con ganas de devorar fervientemente.
Luna despechada.
La culpa fue mía sin duda, no debí de creer que llegaría jamás a pasar nada entre vos y yo, sin embargo fui en contra de la vida al pensar en que podríamos ser, fui en contra de sus planes, sin saber que esos eran demasiado oscuros y dolorosos para mí, pues el destino tenía previsto mi ilusión como una gran diversión, le era gracioso, pero, ¿Sabes por qué?, Porque te reías de mi corazón enamorado. La existencia misma jugo cartas a tu favor, muy pocas veces y contadas era cuando ella solía ser mi aliada; sabiendo eso pensé que era hora de que tomara las riendas del amor en aras de olvidarme de el, y me enteré por el susurro piadoso del mundo, de que la única manera de lograr olvidarme de el era alejándome de vos.
Maldita sea la hora en que vi de vuelta tu sonrisas, pues ese simple acto logró domar mi mirar, te convertiste en un imán, que en vez de llevarme en la corriente de ese gran río que es el amor, me llevaba corriente arriba. Me encontré soportando la fuerza de la corriente, mis millones de gritos, los miles de pensamientos que me rogaban que me detuviera, que dejase de intentar llegar a vos, pero mi estúpido corazón fue más escandaloso y valeroso, el me decía que si seguía atrás de ti, tratando de tomarte, lo lograría. Sin embargo hasta eso fue ahogado, el caudal del río se empezaba a desbordar cada vez más, mi corazón recibía cada ola sin importarle la muerte, el fue fuerte, seguía ahí como un idiota, tratando desesperadamente de que miraras hacía mí, y me tendieras tu mano, dándome así el tan ansiado ‘Quiero intentarlo.’
Seguí creyendo que podría haber un futuro con vos, y de tantas falsas esperanzas y latidos furiosos al pensar que si era cuando no, mi corazón se quebró, creando consigo un abismo con apariencia de cráter. Créeme cuando digo, la tierra dentro de ese sitio es solo el lugar para el más astuto, aguas turbulentas llenas de rencor, mismas que esperan que aquel atrevido se impulse a cruzar, aquel que me sacará de ese abismo.
na pele o porvir
uma sensação de embrulho
que eu nunca sei explicar
um aviso dilatando minha mente
eu ignoro
até que no final do dia
partido e em ruínas
tudo fez sentido
todos os avisos…
Lembrei de você hoje, quando te conheci havia em mim um temor e uma timidez excessiva e eu tremia só de ver teus cabelos dançando no embalo do vento. De alguma forma eu me abri e você me aceitou pq te era conveniente, mas a mim você era um sonho se concretizando, e quanto mais eu te inflava mais vc me podava. Até que veio um fim assim sem mais nem menos, eu era só mais algo tolo a se deixar para trás. Em todas as outras oportunidades que q vida me fez te encontrar foi pra você me danificar de novo e de novo, sempre com um cara novo, um chaveiro colorido no bolso. Esses dias vi seu Facebook e me senti aliviado de não você não ter ficado pq agora é tanta confusão na sua mente, é tanta devassidão que não vejo 1% daquela que um dia amei.
.T
—Volvió el monstruo, señor.
—Mándalo a pasar.
—No cabe por la puerta.
—Entonces que se vaya.
—No se va mientras no entra.
—¿Cómo, si no cabe?
—Imposible.
—Entonces saldrás tú, y todo arreglado.
—Tampoco quepo, señor, para salir: soy otro monstruo suyo.
—¿Mío? Si me vacuné contra ellos.
—Pero usted ha seguido bebiendo sin consideración.
Manuel Mejía Vallejo.
Delirium tremens.
Un día el lobo se dio cuenta de que los hombres lo creían malo.
—Es horrible lo que piensan y escriben —exclamó.
—No todos —dijo un ermitaño desde la entrada de su cueva, y repitió las parábolas que inspiró san Francisco. El lobo estuvo triste un momento, quiso comprender.
—¿Dónde está ese santo?
—En el cielo.
—¿En el cielo hay lobos?
El ermitaño no pudo contestar.
—¿Y tú qué haces? —preguntó el lobo intrigado por la figura escuálida, los ojos ardidos, los andrajos del ermitaño en su duro aislamiento. El ermitaño explicó todo lo que el lobo deseaba.
—Y cuando mueras, ¿irás al cielo? —preguntó el lobo conmovido, alegre de ir entendiendo el bien y el mal.
—Hago por merecer el cielo —dijo apaciblemente el ermitaño.
—Si fueras mártir, ¿irías al cielo?
—En el cielo están todos los mártires.
El lobo se le quedó mirando, húmedos los ojos, casi humanos. Recordó entonces sus mandíbulas, sus garras, sus colmillos poderosos, y de unos saltos devoró al ermitaño. Al terminar, se tendió en la entrada de la cueva, miró al cielo limpiamente y se sintió bueno por primera vez.
Manuel Mejía Vallejo.
Hermano lobo.
Bien puedo ver que anidas en tu propia luz, y que la desprendes por los ojos, porque cuando te ríes resplandecen; más no quién eres, ni porqué te encuentras, alma digna, en el grado de la esfera que a los hombres ocultan otros rayos.
Dante Alighieri.